Estreno en España: 8 de Febrero de 2013.

Ante la presión internacional, el dictador chileno Augusto Pinochet se ve obligado a organizar un referéndum de apoyo a su presidencia en 1988. Los líderes de la oposición convencen a René Saavedra, un joven y atrevido ejecutivo publicitario, para que se encargue de la campaña a favor del NO. A pesar de disponer de recursos muy limitados y del férreo control de la policía del déspota, Saavedra y su equipo llevan a la práctica un plan audaz para ganar el referéndum y liberar al país de la opresión.

Director: Pablo Larraín
Reparto: Gael García Bernal, Alfredo Castro, Luis Gnecco, Antonia Zegers, Néstor Cantillana, Alejandro Goic, Diego Muñoz, Jaime Vadell, Marcial Tagle, Manuela Oyarzún, Pascal Montero, José Manuel Salcedo, Enrique Garcia.

Trailer de la película:

CRITICA

Optimismo en favor del cambio

A finales de los años 80, Chile vivía bajo la dictadura de Augusto Pinochet, un hombre que había impuesto su mano de hierro y que junto a su gabinete y el ejército llevaba durante años sembrando terror, dolor y sufrimiento en cada rincón del país. En este contexto, el Gobierno, que quería lavar su imagen de cara al exterior (sobre todo ante el Vaticano y Estados Unidos), decidió organizar un referéndum para que la población eligiera libremente si querían que el dictador siguiera en el poder o no, durante los ocho años siguientes. Se les permitió que, durante 15 minutos diarios (la maniobra duró más o menos un mes), mostraran una campaña en favor del No en la televisión pública nacional, mientras que los adeptos al régimen hacían lo propio con el Sí.

Y Pinochet, que fue célebre por oprimir a su pueblo y por convertir el país en un lugar sumido en el abuso de poder, el miedo y la violencia, era mostrado en la campaña del Sí, como un abuelo afable que besaba a los niños y visitaba a los ancianos en las residencias. Pero Chile, a pesar del temor y las heridas abiertas, consiguió unir fuerzas (gracias también a una firme y unida oposición) y a base de esperanza y optimismo, logró un cambio para un país que se veía con todas las de perder. Es muy interesante observar los diferentes puntos de vista de los protagonistas de esta historia, ya que mientras algunos veían la necesidad imperiosa de llevar a cabo la campaña, otros creían que era bailarle el agua al régimen. La película rezuma alegría e ilusión y, a pesar de contar un período muy duro y difícil de la historia, se las ingenia para contárnoslo con sentido del humor y trasladando esa sensación de libertad que se respiró en las calles de Santiago el 5 de octubre de 1988. Pablo Larraín se pone así detrás de las cámaras para filmar una película en clave de semi-documental, en la que mezcla ficción con imagen de archivo real, lo que no hace más que darle un sentido de veracidad a todo el conjunto. Rodada con un equipo propio de principios de los años 80, la cámara U- Matic o de “tubo de imagen”, esto le da a la cinta un aspecto visual de reportaje de televisión, donde es fácil confundir ficción con hechos reales y que, aunque a ratos resulta desenfocado y algo incómodo para la vista, finalmente le da un toque mucho más genuino. La cámara sigue a su protagonista René Saavedra, un exiliado que pasados los años vuelve a la tierra de origen, en este periplo en el que se dan la mano la libertad, la lucha por los derechos ciudadanos y el compromiso que sintieron algunos por cambiar las cosas para las futuras generaciones. El personaje interpretado por un extraordinario Gael García Bernal, se encuentra en una verdadera encrucijada, ya que mientras lucha por lo que cree, se tiene que enfrentar de alguna forma a su jefe, al que da vida Alfredo Castro, que está en el bando que defiende al gobierno y no solo eso, sino que además también tiene que lidiar con la tensión que supone que él y su familia vivan amenazados. A pesar de su condición de exiliado, René no es, en principio, un tipo revolucionario, tiene un trabajo en el que triunfa, una casa y puede comprarse casi todo lo que quiera, básicamente forma parte de ese sector de la población que vive más o menos bien en las dictaduras, mientras no abran demasiado la boca. Por eso resulta más que interesante observar cómo su compromiso va creciendo y evolucionando poco a poco, para comprobar finalmente que esto puede más que el miedo o la indiferencia y descreimiento inicial.

Sin duda, una de las mejores cosas que tiene la película es mostrarnos las campañas y contra-campañas, las del Sí y las del No tal cual están en los archivos, porque una vez te ves metido dentro de esta historia, es emocionante ver cómo se creó un producto, cómo se usó algo que puede ser tan frívolo como la publicidad para levantar a un pueblo y llevarle a las urnas, para despertar conciencias y cambiar las cosas. Por una vez, la publicidad vendía algo realmente relevante, un futuro mejor para todos. Y lo más inteligente del asunto, nunca atacando al contrario sino mostrando una cara nueva, moderna, alegre y luminosa de un país sumido en la oscuridad. Su lema ya era toda una declaración de intenciones que supo encajar con un pueblo deseoso de libertad y cambio: la alegría ya viene. Si algo tienen las películas de contenido político, además, es esa reflexión que nos dejan al terminar, que da pie al debate y que genera opinión, cosa que la cinta de Larraín consigue con creces. No es candidata a mejor película de hablar no inglesa en los próximos premios Oscar y, aunque lo tenga difícil compitiendo en la misma categoría con el Amor de Michael Haneke, es una firme y muy completa rival.
No es una interesantísima recreación de un pedazo de la historia reciente de Chile, deslumbrante en casi todos sus aspectos. Un drama, sin duda, pero con unos toques de comedia divertidísimos, porque la película está enfocada bajo el mismo punto de vista esperanzador de aquellos que crearon la campaña que podía dar un vuelco a las cosas. Y nos habla del poder de la ilusión y el optimismo que dieron la fuerza y el coraje suficientes a un pueblo que, enfrentándose al miedo y la amenaza, luchó por tener un futuro mejor consiguiendo lo inimaginable. Esta película, en los tiempos que corren, nos hace creer un poquito más en la humanidad.

Lo mejor: Todos los sentimientos que transmite al espectador.
Lo peor: Aunque le de veracidad, a veces no es muy agradecida en el plano visual.

Nota: 7,5

Crítica escrita por: Bea Varela

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