INFO

Estreno en España: 2 de Agosto de 2013.

Un experto investigador de las Naciones Unidas (Brad Pitt) es forzado a tratar de parar lo que podría ser el fin del mundo en una carrera contra el tiempo y el destino. La destrucción a la que se ve sometida la raza humana le hace recorrer el mundo entero buscando respuestas sobre cómo parar la horrible pandemia intentando salvar las vidas de millones de desconocidos así como la de su propia familia. Director: Marc Forster
Reparto: Brad Pitt (Gerry Lane), Mireille Enos (Karen Lane), Eric West (Jason), James Badge Dale, Matthew Fox, David Morse, Michiel Huisman (Ellis), Gio Dangadze (Tyler), Katrina Vasilieva (Valentina), Fana Mokoena (Thierry), Sterling Jerins (Constance Lane), Mustafa Harris (Lincoln).

CRÍTICA

Vaya por delante que no he terminado de leer aún la novela de Max Brooks, por lo que la falta de alusiones y referencias a la obra original es, obviamente, intencionada e inevitable. Lo que sí era, a priori, impensable es el campo de minas por el que ha tenido que transitar la película hasta lograr cerrar un rodaje sumamente convulso. Es casi un milagro que estemos aquí hablando del resultado final de una guerra de egos, derechos, choques creativos y recortes que ha tenido como protagonistas a su director, Marc Foster; al productor y máximo amparador de la película, Brad Pitt; a la productora, Paramount; y a miembros del equipo que van desde la retahíla de guionistas (Straczynski, Carnahan, Goddard y Lindelof) hasta el director de fotografía, Robert Richardson.

El embrollo empezó porque la productora dudó de las capacidades de Foster para dirigir escenas de acción. La solución era, pues, que Foster se centrara en guión y personajes y que un equipo de expertos se encargara de las secuencias trepidantes. Pero Foster quería a su equipo y no pudo llevarlo con él. El proyecto empezaba como un puzle de piezas imposibles de encajar. Sumadle un retraso del estreno puesto que, a última hora, el tercer acto no era del gusto de Paramount, así que tras una primera reescritura de guión del hermano del realizador Joe Carnahan, se procedió a contratar a Drew Goddard (director de Cabin in the Woods) y a Lindelof (¿Quién no conoce a Lindelof a estas alturas?) para rematar el final. No olvidemos tampoco en la lista de desastres que el tiempo estipulado de rodaje resultaba insuficiente para la cantidad de metraje a filmar, los inesperados problemas de atrezo con los que se toparon en Londres o la indisponibilidad de Pitt para empezar a rodar en primavera porque se encontraba disfrutando de unas ‘vacaciones’ en familia tras el rodaje y promoción de Mátalos suavemente. Un caos.

Y todo este embrollo se nota en la película, sí, pero se camufla con altas cuotas de acción, dinamismo y entretenimiento como para que no suponga un problema mirar de reojo hacia otro lado y comprender las peculiaridades excepcionales del proyecto. Se nota porque la cinta al final se estructura en cuatro grandes bloques (precedidos de grandes elipsis) que podrían haber sido rodados por cuatro directores distintos y unidos por un hilo conductor que se esfuerza en aportar un ligero tono crítico socio-político -extraído de la novela original- pero que no acaba de generar un interés que lo aleje del verdadero foco de atención, que es la espectacular acción con hordas de infectados representados aquí como un amenazante tsunami vertiginoso de pequeñas hormigas. En ese sentido, podemos decir que Guerra Mundial Z recupera esa concepción del ‘zombi’ como una masa más que como esa amenaza individual de un ser privado de inteligencia e impulsado por el instinto primario de alimentarse. Y el CGI usado para dar vida a estos antagonistas –velocidad de videouego- puede presumir de la más excepcional última tecnología, pero no logra generar el terror de ver a un tipo con los ojos inyectados en sangre completamente alejado de la persona que un día fue. Digamos que los zombis de Pitt más que aterrar, estresan.

Guerra Mundial Z decepcionará a los fanáticos del cine de terror y el subgénero zombi básicamente porque no es ni una cosa ni la otra. Hay que tomarla como lo que es: un producto veraniego pensado para ser devorado en familia, lo cual implica rebajar el nivel de violencia explícita y gore, que suele ser uno de los mayores atractivos en el subgénero zombi. De hecho, Guerra Mundial Z tiene más paralelismos con el cine de catástrofes, y la primera secuencia de acción en Nueva York es un claro ejemplo de ello. ¿En cuantas películas hemos visto una puesta en escena parecida? ¿2012? ¿Volcano?¿El día de mañana? Cambiando aquí, eso sí, los desastres naturales por el ataque violento de una multitud iracunda. La guerra de Pitt, por mucho que la Z haga referencia al zombi, es una película que retrata la expansión de un virus a nivel global, haciéndose inevitable la comparación con la reciente Contagio de Soderbergh, aunque pertenezcan a géneros distintos. Hay referencias a la gripe aviar y, al final, las medidas buscadas para detenerla están más cerca de la ciencia que de la fuerza.

La Crítica opina
Reparto
7
Dirección
7
Guión
7
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