Estreno en España: 14 de Junio de 2013.

Simon (James McAvoy), subastador de artículos de bellas artes, se compincha con una banda criminal para robar una obra de arte que vale millones de dólares, pero después de haber recibido un golpe en la cabeza durante el atraco, descubre, al despertarse, que no recuerda dónde ha escondido el cuadro. Cuando las amenazas y la tortura física no logran ninguna respuesta, el jefe de la banda (Vincent Cassel) contrata a una hipnoterapeuta (Rosario Dawson) para que hurgue en los recovecos más oscuros de la psique de Simon. A medida que va adentrándose en su destrozado subconsciente, lo que está en juego llega a ser mucho más y los límites que separan el deseo, la realidad y la sugestión hipnótica comienzan a difuminarse y desaparecer.

Director: Danny Boyle
Reparto: James McAvoy (Simon), Vincent Cassel (Franck), Rosario Dawson (Elizabeth), Danny Sapani (Nate), Wahab Sheikh (Riz), Sam Creed (DJ), Matt Cross (Dominic), Alex Roseman (Salonero), Kelvin Wise (Fireman), Tuppence Middleton, Lee Nicholas Harris, Ben Cura, Hamza Jeetooa.

Web Oficial en español: www.trancelapelicula.es
Web Oficial: www.trancethemovie.com

CRITICA

Un juego mental insatisfactorio

Danny Boyle es uno de los directores contemporáneos con un sello más característico. Desde aquella maravillosa ópera prima que supuso Tumba abierta, inundada de un humor negrísimo y con un final para el recuerdo, el director británico ha ido construyendo una filmografía que en su mayor parte está repleta de obras remarcables. Provocador de opinión para todos los gustos, desde aquellos que encumbran Trainspotting a los que menosprecian La playa, de lo que no hay duda es que a Boyle le gusta retar y estimular la mente del espectador.

Y para ello, nos ha contado divertidas historias de secuestros, terroríficos cuentos de zombies infectando Londres, ha llevado y explorado hasta el límite la mente de James Franco y ganando 8 premios Oscars con la aclamada Slumdog millonaire, demostrando por el camino su afán porque todas sus obras supongan desafíos vitales para sus protagonistas. Su estilo visual siempre impacta, atrae, es capaz de hipnotizar y marear con sus imágenes y de vez en cuando, también revuelve las tripas. Antes de volver a adaptar a aquel autor con el que tocó el cielo, Irvine Welsh y unir fuerzas de nuevo con su actor fetiche Ewan McGregor (aún por confirmar) en Porno, Boyle nos deja un enredo mental para el que hay que estar muy atento si uno no quiere perderse, donde la desaparición de un cuadro de Goya sirve de excusa para adentrarnos en diferentes estados de la psique, hasta el punto de despistarnos en alguna ocasión por completo, construyendo mientras tanto un thriller a ratos emocionante, a ratos soporífero con toques de cine negro, visualmente fascinante y donde, cómo no, nada es lo que parece a simple vista.
Uno de los problemas a los que se enfrenta Trance, es que a pesar de un buen casting y unas grandes actuaciones, el espectador no se implica nunca con sus personajes y no sentimos más que indiferencia hacia ellos. Su drama, su historia de amor, la revelación de la verdad, todo finalmente nos da igual. La película puede ser interesante, contar con unos minutos finales emocionantes, pero no tiene unos protagonistas que enganchen. Los chispazos de simpatía de los compañeros de piso de Tumba abierta o el carisma de los yonkis de Trainspotting, Trance queda muy lejos de todo esto. Y tampoco hay unos secundarios de peso.

Triunfa en la estética, falla en el desarrollo de la historia. Es verdad que tanto Rosario Dawson como James McAvoy y Vincent Cassel nos dejan unas grandes interpretaciones, sobre todo los dos primeros, pero sin unos personajes que nos digan algo más poco importa esto. Porque más allá de tramas complicadas o no, una película donde hay tantos sentimientos mezclados que no provoque casi ninguna emoción en el espectador, siempre se quedará a medias. El sexo y la violencia son dos factores importantes aquí, con algunas escenas muy gráficas, lo que hacen de ella una cinta visualmente muy seductora y que, sin duda, consigue que la degustemos un poco mejor. A destacar también la banda sonora de Rick Smith, en colaboración con Emeli Sande y donde cada canción añade un plus a sus atractivas imágenes.
Joe Ahearne y John Hodge (guionista habitual de Boyle), nos ofrecen aquí, por tanto, un viaje por la mente y lo que empieza siendo la desaparición de un cuadro de una galería de arte se va convirtiendo en un paseo confuso por el subconsciente de los tres personajes. Psicología, hipnotismo y saltos temporales son sus claves para sumergirnos en las cabezas de su trío protagonista. Y el atractivo de la trama, viene porque los autores nos presentan a un grupo de personas luchando contra ellos mismos, una lucha también entre olvidar o recordar, pero todo esto se presenta demasiado tarde. Las fronteras de la realidad y la fantasía son traspasadas y usadas para hablarnos de ello, el problema es que desenrollar la madeja de ideas y situaciones no está al mismo nivel que nuestro interés hacia la película. No es que nos quejemos de que en el cine se nos maneje y use a gusto del autor, ni que jueguen con nosotros a retos mentales, el problema es que el resultado de toda esta manipulación visual y mental es insatisfactorio.
Si bien se agradece que el director nos rete y quiera que el espectador participe de la trama activamente, es difícil que no se evapore de nuestra mente una vez han pasado unos minutos tras su visionado. Trance sucumbe a su propio entramado narrativo, empeñado más en confundir hasta el límite al espectador que en apostar por una historia que nos llegue de verdad. Y lo que debería dar pie a un análisis sobre lo visto, escuchado y sus significados, para salir con ganas de verla una segunda vez, termina dejándonos impasibles y sin provocar el impacto que deseábamos.

Lo mejor: Visualmente es muy atractiva.
Lo peor: Falta de interés hacia los personajes que hacen que la historia no nos importe demasiado.

Nota: 5

Crítica escrita por: Bea Varela

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