Estreno en España: 8 de Junio de 2012.

Oriol y Yolanda viven en París con sus dos hijas. Él es arquitecto, ella es profesora. Durante unas vacaciones en el Delta del Ebro, un accidente transforma sus vidas.

Director: Jaime Rosales
Reparto: Yolanda Galocha, Oriol Roselló, Jaume Terradas, Laura Latorre, Alba Ros Montet, Celia Correas.

CRITICA

Observando la vida

Hay películas que, ciertamente, se hacen difíciles de desgranar en una crítica. El cine de autor, tan personal, intimista y que no apuesta por llamar la atención del gran público gusta muchas veces en función de la conexión que logre tener con el espectador, aquel que con su propia visión subjetiva observa lo que ocurre en pantalla. Dependiendo, por tanto, de que el sentimiento de uno y otro conecten de alguna forma probablemente inexplicable y también del recuerdo perdurable que consiga dejar en la memoria de quien contempla su obra. Es el caso de la última cinta del director y guionista Jaime Rosales. Sueño y Silencio es una película que te deja pensando cuando saltan sus sobrios créditos finales y con la que pasadas las horas te encontrarás cavilando sin darte cuenta, cuando los recuerdos afloren en la mente, como si de uno sobre nuestra propia vida se tratara.

Es curioso que esto suceda, puesto que la cinta apuesta por una mezcla de intimismo y distanciamiento con el público que en ocasiones hace que nos alejemos de ella, y sin embargo ocurre, convirtiéndose finalmente en una experiencia tan personal que encandilará a algunos y aburrirá a muchos otros. Pero si miramos más allá de esos planos interminables o de las conversaciones con los personajes fuera de escena, hallaremos tanta verdad y realismo en su historia que, sin percatarnos, seremos capaces de identificarnos y comprender la tragedia de esta familia como si fuera nuestra. Y aunque la película resulte algo fría en su narración, esto no impide que nos impliquemos consiguiendo emocionarnos en varios pasajes, algunos de ellos totalmente brillantes, como aquel en el que uno de los personajes habla de su infancia en un parque y la posterior conversación en la cafetería. Y es en ocasiones como ésta, donde se ve la genialidad del artista.
Rodada casi íntegramente en blanco y negro y con ese aire enigmático que la rodea, no se puede obviar que Rosales no hace un cine sencillo ni da facilidades al espectador y a muchos les costará acceder a lo que el director ofrece y quedarse en la película. Sin embargo hay algo que hace que pasadas las horas el recuerdo de estas imágenes y la historia que las acompaña permanezca en nuestras mentes y es aquí cuando notamos que nos ha calado profundamente, tarea complicada para una cinta de estas características, en la que muchos aspectos se dejan a nuestra interpretación, las actuaciones y diálogos están sujetos a la improvisación y donde los planos fijos con los actores fuera de cámara abundan.

La historia en sí es dura y aunque el director no le concede margen al dramatismo como tal ni esté rodada para que la tragedia que asola a esta familia nos angustie (sino más bien ésta es examinada al milímetro, al ojo del microscopio) sí consigue que las consecuencias de la misma, las formas de enfrentarse al sufrimiento, a la ausencia de un ser querido, la relación de pareja o el choque inevitable de la misma se nos haga abrumador en algún momento Y a toro pasado, esa escena en la que la emoción nos pilla por sorpresa es lo más conmovedor de un film que hasta ahora se había mantenido distante con el espectador, consiguiendo al fin, que sin saber muy bien cómo, la película se haya apoderado de nosotros.
Sueño y silencio se convierte en una experiencia cinematográfica muy personal. No es una película fácil y desgraciadamente no encontrará un público masivo, pero es un film que atrapa, aunque nos demos cuenta de ello con el paso del tiempo, que encuentra en su austeridad y a veces inexorable narración un hueco para llegarnos a lo más profundo. Te gusta o no te gusta, no habrá término medio pero Sueño y silencio funciona y se postula como una de las películas más cautivadoras que, sin duda, nos dejará el cine español este año.

Lo mejor: Un realismo que cala
Lo peor: Muchos espectadores no lograrán conectar con ella.

Nota: 7,5

Crítica escrita por: Bea Varela

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