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Estreno en España: 9 de Agosto de 2013.

Sinopsis: Cuando legiones de monstruosas criaturas, denominadas Kaiju, comienzan a salir del mar, se inicia una guerra que acabará con millones de vidas y que consumirá los recursos de la humanidad durante interminables años. Para combatir a los Kaiju gigantes, se ha diseñado un tipo especial de arma: enormes robots, llamados Jaegers, que son controlados simultáneamente por dos pilotos cuyas mentes están bloqueadas en un puente neural. Pero incluso los Jaegers proporcionan poca defensa ante los incansables Kaiju. A punto de la derrota, las fuerzas que defienden a la humanidad no tienen otra elección que recurrir a dos insólitos héroes: un ex piloto acabado (Charlie Hunnam) y un aprendiz que todavía no se ha puesto a prueba (Rinko Kikuchi). Ambos se unen para traer a un legendario pero al parecer obsoleto Jaeger del pasado. Juntos, son la última esperanza de la humanidad frente al Apocalipsis que se avecina. Director: Guillermo del Toro
Reparto: Idris Elba, Charlie Hunnam, Ron Perlman, Charlie Day, Clifton Collins Jr., Max Martini, Robert Maillet, Rinko Kikuchi, Heather Doerksen, Burn Gorman, Diego Klattenhoff, Larry Joe Campbell, Brad William Henke, Jake Goodman, Robert Kazinsky.

CRÍTICA

No fui yo niña de jugar con figuras de robots y monstruos. A mí siempre me fueron más los Pin y Pons, los Playmobils, las Barbies y los muñecos de goma de las Tortugas Ninja o los Trotamúsicos. Tampoco seguí Mazinger Z. Guardo vagos recuerdos de fragmentos de episodios en mi televisor, en esos tiempos llamaban mucho más mi atención las peripecias de Ranma o Goku que la épica acción del megarobot. Lo más cercano a monstruos gigantes que conservo en mi memoria pueril es alguna de las reposiciones de King Kong sobre las Torres Gemelas. Y mi robot favorito de la época era mucho más pequeño y entrañable, una cría con gafotas que respondía al nombre de Arale. Supongo que todo esto debería descartarme como target susceptible a la nostalgia de aquel “niño” al que todos apelan para hablar sobre las virtudes de Pacific Rim, capricho geek de Guillermo del Toro convertido en un portentoso y millonario blockbuster que rinde homenaje a la tradición del manga y anime japonés y a las monsters movies.

Tampoco ahora, con algunos años más de cinefilia a las espaldas, me había sentido especialmente atraída por lo que ahora sí ya puedo identificar como género kaiju y mecha, los principales exponentes que se dan cita en la película del mejicano. El propio realizador deja claro sus referentes con un primer fotograma que define los dos conceptos claves de su película: kaijus, monstruos enormes; y jaegers, robots gigantes conducidos por humanos a través de una conexión neuronal entre dos pilotos y la máquina.

Sin necesidad de ser expertos en materia, a todos nos suena Godzilla (originalmente Gojira en Japón), el primer kaiju –también habitante del Pacífico- que llegó a las pantallas de mano de Ishiro Honda y que protagonizó un sin fin de entregas centradas en su figura. Pese a que el género ha sido inspirado por el cine nipón y se ha extendido a otras cinematografías, cabe destacar también la encomiable influencia de un mago de las maquetas y los efectos especiales a gran escala como Ray Harryhausen con sus trabajos en El valle de Gwangi o una más icónica Jason y los argonautas, entre otros muchas. Tras el éxito de Gojira apareció su respuesta en versión Asylum, Gamera (¡la tortuga gigante!), y otros nombres que bien seguro reconocerán y ampliarán los más entusiastas del tokusatsu –término usado para referirse al cine japonés de efectos especiales- como Mothra (la mosca-polilla gigante) o Anguirus (el contrincante de Godzilla en la primera secuela del monstruoso personaje).

Producciones más cercanas en el tiempo nos han traído al cine de nuevo a bichos descomunales aunque dejándonos solo entrever parte de su magnitud en la mayoría de casos. El realismo del found footage de Cloverfield, la fantasía del J.J. Amblin de Super 8, la brillante mezcla de géneros en The Host o el bello viaje de los protagonistas del Monsters de Gareth Edwards son solo algunos ejemplos.

Respecto a la alta tecnología de la ciencia-ficción mecha -diferenciado de los otros robots gigantes en que estos no tienen autonomía de movimientos y precisan de uno o dos pilotos que los monitoricen-, destaca como miembro honorario el ya mencionado Mazinger Z y le siguen de cerca su precursor, Tetsujin 28-Go, las series Gundam, Patlabor (estos más dedicados a labores de construcción y posteriormente a patrullas de control), y el más próximo a nuestro tiempo, Neon Genesis Evangelion, cuyo argumento de kaijus contra mechas es lo más cercano en versión anime a Pacific Rim. Sí, he obviado deliberadamente los Transformers de Michael Bay.

Si no es uno nada de esto y, como yo –volviendo al primer párrafo-, no hay un niño al que apelar cuando de batallas épicas y ruidosas entre monstruos y robots se trata, ¿qué tiene entonces Pacific Rim? Pue una habilidad increíble para fascinar. Pacific Rim es fascinante porque Del Toro es el primer espectador que flipa con ella. De sobras conocido como uno de los directores más freaks (con el permiso de Kevin Smith o Tarantino), amante de los comics, los videojuegos, los bichos y el cine fantástico, Del Toro hace realidad el sueño que él sí tuvo desde pequeño mientras jugaba con sus muñecos y crecía luego empapándose de todos esos títulos mencionados con anterioridad. Y ese cariño que pone en la película se nota a muchos niveles, empezando por el diseño de todos los ejemplares de kaijus y jaegers, la dirección de las múltiples secuencias de lucha y la construcción de los personajes humanos.

Cada monstruo de origen extraterrestre -nada que ver con las referencias a fatales experimentos nucleares, usos militares o consecuencias de radiación de otras cintas del género- y cada jaeger están perfectamente definidos y podemos apreciarlos en su totalidad con una realización que no escatima en dedicar largos planos a mostrar la magnificencia de sus diseños. A diferencia de otras películas en las que apenas veríamos la figura del monstruo o en las que la acción de batalla estaría rodada con cámara temblorosa, aquí hay espacio y margen para apreciar boquiabiertos el bestial despliegue pirotécnico en mar, tierra y aire.

Uno de los méritos de la película es dar comienzo con un magnífico prólogo que nos sitúa en el contexto de una guerra mundial ficticia a través de algo parecido a un reportaje que nos acerca a la historia de un modo realista. La conexión neurológica ya está creada desde buen principio y Del Toro hace todo lo posible para no descuidarla atendiendo a sus personajes, el corazón y el cerebro de los jaegers, principal mecanismo de defensa de los humanos para luchar contra las amenazas de los kaijus. Del Toro se toma su tiempo para desarrollar –en la medida de lo que un producto como este necesita- a un reducido grupo de personajes interpretados por un conjunto de rostros televisivos. No solo les da un pasado y unas razones con las que justificar sus acciones y decisiones, sino que les imprime una personalidad que hace ganar enteros al conjunto. A mencionar un imponente Idris Elba, las abdominales de Charlie Hunnam, el personaje femenino que encarna Rinko Kikuchi (y su maravillosa versión en miniatura, sí, ¡hay niños también en esta película de Del Toro!), el cameo de un excéntrico Ron Perlman –actor fetiche de cineasta- y una pareja de científicos entrañables (uno de ellos podría ser J.J. Abrams) con clara vis cómica que funcionan de contrapunto freak y distendido a la épica heroica. Lo de Santiago Segura mejor lo olvidamos.

Hay un montón de ideas interesantes en Pacific Rim: las que conciernen a líneas socio-políticas -sutiles, pero están-, a nivel dramático (traumas no superados, envidia, redención…), pero sobretodo a nivel visual, un portento de diseño soberbio que eleva el imaginario de Del Toro a cuotas destacadísimas.

La Crítica opina
Reparto
8.5
Dirección
9
Guíon
8
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2 Comentarios

  1. Excelente crítica Sandra, me pasó similar a cuando ví Hellboy por primera vez y me fascinó lo dinámico que es Del Toro a la hora de contar historias. Difícil no sentirse un niño con esta peli, y aunque muchos critican de floja la labor de Hunnam, a mí me pareció que aportó lo justo y necesario a su personaje dada la historia del mismo. Cuenta de ello es lo mucho que disfruté del prólogo

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