Estreno en España: 16 de Noviembre de 2012.

Desde el amanecer hasta la noche, algunas horas en la existencia del Señor Oscar, una persona que viaja de vida en vida. Pasa de ser un gran ejecutivo a un asesino, después un mendigo, una criatura monstruosa, un padre de familia… El Señor Oscar parece interpretar varios papeles, sumergiéndose completamente en cada uno de ellos, pero, ¿dónde están las cámaras? Está solo, únicamente acompañado por Céline, una señora grande y rubia que maneja la inmensa máquina que le lleva a París y sus alrededores. Como un asesino concienzudo que va de sueldo en sueldo. En búsqueda de la belleza de un gesto. Del motor de la acción. Mujeres y fantasmas de su vida. Pero, ¿dónde está su casa, su familia, su paz?

Director: Leos Carax
Reparto: Eva Mendes, Kylie Minogue, Michel Piccoli, Denis Lavant, Edith Scob, Jean-François Balmer, François Rimbau, Big John, Karl Hoffmeister.

Web Oficial: holymotorsfilm.com

CRITICA

Enigmático paseo por París

En ocasiones es algo difícil describir con palabras algunas piezas de arte. Son desafíos que sus creadores lanzan a los espectadores que las van a contemplar, sin pararse a pensar si las van a comprender o saber apreciar realmente y, sin embargo, resultan en la mayoría de las ocasiones las obras más interesantes y satisfactorias, aquellas que tenemos que descifrar sin ayuda de ningún tipo, las que a cada uno le plantean un reto diferente, incomparables experiencias, en este caso cinematográficas, que resultan ser todo un reto para el intelecto y nos dejan su esencia para siempre.

Si hay algo que caracteriza a la última película de Leos Carax, ganadora en el pasado Festival de Sitges y que se paseó también por el de Cannes es, sin duda, su carácter inescrutable, que convierte la experiencia en un engranaje en el que puede parecer difícil penetrar, pero que nadie se asuste, no tanto como se intuye tras un primer visionado. He aquí la parte en la que entra en juego el espectador valiente y despierto, al que le apetece desmenuzar un guion, una historia, unas imágenes, para finalmente sacar sus propias conclusiones, mientras pasea en limusina junto a su protagonista, por las calles de un París que parece un extraño sueño, reconocible pero también algo irreal en el que un ser con mil caras, que representa las de tantos otros, deambula durante 24 horas mientras simboliza, a través del arte de la interpretación, las distintas facetas de la vida. El director y guionista, en esta ocasión, deja todo el peso de la película en (casi) un único actor, un magnífico Denis Lavant en perpetuo cambio y columna vertebral de esta historia a ratos confusa y surrealista, a ratos lúcida pero que es imposible que deje a nadie indiferente, única en su especie, que habla de la esencia de una disciplina en continua transformación, que sirve de marco para nuestras vidas y que nos plantea una aventura cinematográfica, de la que surgirán un sinfín de ideas tras haberla visto y esa es la magia y la grandiosidad de esta película, que queda en nuestras manos experimentarla e interpretarla como creamos conveniente. Y Holy Motors se termina convirtiendo en un homenaje a la vida, al cine y sus entresijos y así se nos muestra: la preparación antes de salir a escena, el maquillaje, las máscaras, el guion, en definitiva, todo lo que conlleva este arte.

Un apabullante Denis Lavant interpreta durante las casi dos horas que dura la cinta, a diferentes personajes, como si se tratara de pequeños fragmentos o secuencias de películas dentro de la misma. Y ahí tenemos a Oscar interpretando momentos cumbre, como las escenas en la catedral en una pequeña actuación a ritmo de acordeones, o la parte en la que comparte escenario con Kyle Minogue, llena de melancolía y belleza, pero también una anciana que pide por las calles de París o un padre de familia. Y así, todo el metraje va cambiando y transformándose, tocando géneros y pasando del humor y lo surreal a una recta final más intimista y con cierta carga de pesadumbre. Pero la película no está exenta de humor, véase sino la parodia a los periodistas y al fotógrafo en las escenas protagonizadas por Eva Mendes. Otro de los personajes con más relevancia es el chófer de Oscar, Céline, interpretada por Edith Scob, que le ayuda en su trabajo y con la que mantiene algunas conversaciones claves para entender (o intentarlo al menos) algunos de los significados que nos quiere dejar el director, las dificultades por las que pasa Oscar a la hora de interpretar, fruto de los tiempos que corren y que nos deja una reflexión sobre la situación actual de la industria cinematográfica. La limusina es un personaje más, aquí como medio de transporte en el que se mueve el protagonista, el lugar en el que se prepara, toma conciencia de quien va a ser a continuación y que le separa de los personajes a los que da vida y nosotros, como espectadores, aguardamos con interés qué será lo próximo que nos encontremos al doblar la siguiente esquina La cinta nunca deja de renovarse y, cuando creemos que todo ha terminado todavía se guarda un pequeño as en la manga, un final lleno de lecturas, momento en el que acaba la función y todo vuelve a recogerse en su lugar.
Holy Motors propone un completo y prodigioso desafío para el espectador, pero también un homenaje al cine, a los actores y al público, que queda reflejado en esa escena inicial. A pesar de su rareza, no es una cinta distante y es menos inaccesible de lo que parece. Es el cine como forma de vida, de mirar e interpretar el mundo que nos rodea a través de sus reglas. Y también como refugio de las mil y una caras del ser humano, que en su día a día también es un actor, que cumple con unos requisitos sociales para ser capaz de sobrevivir, y se pone, en cada jornada, la máscara adecuada para cada situación. Holy Motors es un viaje insólito y atrevido que maravilla, sorprende y hace reflexionar y que deja toneladas de sensaciones en el espectador.

Lo mejor: Es profundamente innovadora sin resultar inaccesible.
Lo peor: Algún tramo se sigue mejor que otro.

Nota: 8,5

Crítica escrita por: Bea Varela

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