Estreno en España: 11 Enero de 2013.

George (Jean-Louis Trintignant) y Anne (Emmanuelle Riva), los ochenta cumplidos, son dos profesores de música clásica jubilados con una gran cultura. Su hija Eva (Isabelle Huppert) también se dedica a la música y vive fuera de Francia con su familia. Un día, Anne sufre un infarto. Al volver del hospital, tiene un lado del cuerpo paralizado. El amor que ha unido a la pareja durante tantos años será puesto a prueba.

Director: Michael Haneke
Reparto: Jean-Louis Trintignant (George), Emmanuelle Riva (Anne), Isabelle Huppert (Eva), William Shimell (Geoff), Rita Blanco, Laurent Capelluto.

Web Oficial en español: www.golem.es/amor

Otros Trailers de la película:

CRITICA

Observando el fin de la vida

Pocos directores de cine actuales golpean y provocan tan duramente al espectador como el austríaco Michael Haneke. Tiene su cine algo que nos desarma por completo, nos hace enfrentarnos a nuestras peores pesadillas, a las perturbaciones más tremendas que pululan por la mente del ser humano y no contento con eso, nos deja unos finales para el recuerdo, imborrables en nuestras conciencias ya dañadas y doloridas. Sus temas son tratados en sus películas de manera directa, dura, sin anestesia posible y reflejados en escenas intensas y enfermizas en muchas ocasiones.

Y por nombrar algunos ejemplos, La pianista cuenta con un personaje absolutamente perturbador y un tratamiento del sexo más como consecuencia de un trastorno mental que como algo natural y sano. O Funny games, donde nos metió la desazón en el cuerpo al ser testigos (y cómplices) de la invasión de un espacio seguro, una casa en un idílico paraje junto a un lago, por un par de adolescentes con ganas de (violenta) marcha. En Amor, ganadora de la Palma de Oro en el pasado Festival de Cannes, el director sigue su estela, pero con un punto diferente y convierte su obra en un retrato que no podría ser más honesto sobre el final de una vida, de un amor, sobre la enfermedad y el poder del cariño, en un encierro en un piso parisino que nos produce una claustrofobia escalofriante y donde casi podemos sentir el dolor que lo invade, el físico y el emocional. La esencia de Haneke no desaparece, su retrato es duro y realista, demasiado para nuestras tranquilas conciencias que despiertan durante unos momentos para ver lo que hay al otro lado de algunas puertas o lo que habrá detrás de la nuestra propia. Deprimente, ¿no? Porque son dos horas siendo conscientes de nuestro futuro y el planteamiento del director es tan efectivo como terrorífico. Sin embargo, la película no se queda ahí simplemente y hace gala de su título. Es también el compromiso de un hombre llevado a sus últimas consecuencias, tanto, que su propio equilibrio mental peligra. El tema es incómodo y más en una sociedad que rechaza la vejez y que no la quiere ver ni en pintura, la sociedad de los eternos jovencitos. El director, experto en desagradar al público, nos enfrenta a la muerte y la disecciona con lupa, nos obliga a tomar conciencia de que esto se acaba y de que el camino no será agradable en la mayor parte de las ocasiones. A pesar de todo ello y de dejar unas cuantas secuencias turbadoras, la película no resulta tan desapacible en sus imágenes como en ocasiones anteriores. La puesta en escena es neutra, la narración pausada y el cineasta filma de forma aséptica y fría muchas de sus secuencias, aunque en su fondo no lo sea en absoluto y consiga que la emoción acuda a nosotros, quizás para derramar alguna lágrima (primera vez con su cine, probablemente) o tal vez para salir de la proyección con un nudo de dolor en el estómago, que tardará un tiempo en deshacerse.

Haneke es duro y nos enseña algo que no queremos ver, pero también se muestra algo más indulgente con sus personajes que en otras ocasiones y aunque el final es un destino imposible de esquivar, también hace que percibamos lo que ha rodeado estas vidas y que lo que une a Anna y a Georges es algo tan poderoso, que su vínculo nunca llega a expirar del todo. El amor, el matrimonio y el compromiso de dos personas que han compartido una vida juntos son puestos a prueba y el director lo analiza y disecciona con interés y en profundidad, como en un ensayo sobre la vida y la muerte, dejando pequeños detalles sobre lo que ha habido entre uno y otro. En esta ocasión, Haneke no usa un exceso de escenas violentas aunque la cinta está cargada de fragmentos igualmente escalofriantes, ya desde su mismo comienzo. En cambio, muestra el contraste entre esa vida tan placentera que nos imaginamos en esta pareja de clase alta, que dedica su vida a leer e ir a conciertos de música clásica, con el dolor de sus últimos días.
Mención aparte merecen las interpretaciones de esos dos monstruos que son Emmanuelle Riva y Jean-Louis Trintignant, tan espléndidos ambos que las palabras se quedan cortas. Impresionante su trabajo en el que en unos pocos minutos iniciales son capaces de transmitirnos cómo es la relación de esta pareja en la tercera edad, el amor, el compromiso y la amistad que la componen. Y una bajada a los infiernos en los que son despojados de todo, primero a nivel físico, luego a nivel emocional, porque tanto él (de personalidad fuerte y perseverante) como ella lo van perdiendo todo y en sus ojos y gestos vemos dolor, agotamiento, rabia y el más absoluto terror.
Amor es una obra maestra magníficamente dirigida y profundamente dolorosa, sobre la resistencia de los vínculos emocionales que formamos con otras personas, sobre la pérdida del ser querido y la dureza de ser conscientes del futuro que nos espera. La historia de estos dos ancianos nos rompe el corazón y lo deja hecho pedazos. Y, completamente devastados, nos levantamos de la butaca para darnos cuenta una vez más, de que hemos sido testigos de otra magna creación del gran Michael Haneke.

Lo mejor: Unos Jean Louis Trintignant y Emmanuelle Riva sublimes
Lo peor: La triste realidad de la que somos testigos.

Nota: 9,5

Crítica escrita por: Bea Varela

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