Dos niños de unos once años se enfrentan con violencia en un parque. Labios hinchados y algún diente roto…. Los padres de la “víctima” han invitado a su casa a los padres del “matón” para resolver el conflicto. Lo que comienza siendo una charla con bromas y frases cordiales adquiere un tinte más violento a medida que los padres van revelando sus ridículas contradicciones y grotescos prejuicios sociales. Ninguno de ellos escapará del brutal juicio final ante “un dios salvaje”.
Director: Roman Polanski
Reparto: Kate Winslet (Nancy), Christopher Waltz (Alan), Jodie Foster (Penelope), John C. Reilly (Michael).
Web Oficial: www.carnagemovie.com
Delirio entre cuatro paredes
La película nos pone en situación con una escena de apertura, mientras se suceden los títulos de crédito, que ayuda a entender mejor la posterior reunión de estos dos matrimonios y termina con un fantástico desenlace que muestra lo contradictoria que es la moral humana. Los buenos modales, los convencionalismos sociales, lo políticamente correcto, la hipocresía y falsedad, el autoengaño o el matrimonio y la familia son temas que quedan de sobra reflejados en esta cinta en la que esas cuatro personalidades engloban todos y cada uno de los rasgos de la clase media de la sociedad occidental. Jodie Foster está espléndida en su papel de estirada y neurótica escritora de moral aparentemente inquebrantable, invadida por las frases rimbombantes y lo que deberían o no deberían ser y hacer los demás, llena de prejuicios desde los que observa y juzga a los que no son ni actúan como ella. Kate Winslet también está fantástica, más contenida y perfectamente compuesta en un primer momento, aguantando el chaparrón que le cae encima, pero que tiene dos momentos sublimes, en los que despliega sus dotes cómicas y provoca auténticas carcajadas en el espectador. Los maridos de nuestras protagonistas no se quedan atrás y es que todo el reparto está fabuloso. Genial John C. Reilly con un personaje que no es tan bonachón como aparenta y sobre todo un grandísimo Christopher Waltz que suelta por esa boca las líneas de guión más maliciosas y divertidas y cuyo teléfono móvil es un protagonista más, lo que no hace sino aumentar la hilaridad de la situación.
Y así, lo que empieza como una reunión agradable y con un punto incómodo, entre dos matrimonios supuestamente civilizados pertenecientes a una sociedad que se congratula precisamente de lo civilizada que es, termina convirtiéndose en una jungla salvaje en la que las máscara de decencia y moralidad sin fisuras van resbalando de las caras de sus protagonistas para dejarse finalmente dominar por la humanidad que llevan dentro. Y las peleas se van sucediendo para luego llegar a una aparente reconciliación, mientras se echan la culpa mutuamente y las lealtades se van difuminando.
Y gracias al maestro Polanski, Un Dios Salvaje se convierte en un acertado retrato de unos personajes profundamente desencantados con la vida y llenos de frustración y rabia contenida, que intentan a toda costa tapar sus desilusiones a través de un supuesto buen comportamiento y disfrazar sus mentiras de buenas y educadas palabras, pero que no consiguen más que encerrarse continuamente en esas cárceles de la compostura que se van construyendo hasta que terminan por estallar en el más cruel de los caos.
Lo mejor: Un auténtico placer poder disfrutar tanto de las interpretaciones como del guión.
Lo peor: Nada destacable.
Nota: 9
Crítica escrita por: Bea Varela
Enhorabuena por la crítica, me entran muchas ganas de verla y me gusta Polanski. A mí me gustó mucho la obra de teatro interpretada por Maribel Verdú y Aitana Sánchez Gijón hace unos años
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