CRITICA – ‘To the wonder’: La maravilla es lo que anhelamos

Neil, un aspirante a escritor, y Marina, una joven madre, están juntos en la isla francesa de St Michel, conocida en Francia como la maravilla del mundo occidental, revitalizados por las sensaciones de estar de nuevo enamorados. Neil ha dejado Estados Unidos buscando una vida mejor, dejando atrás una serie de hechos dolorosos. Mirando a Marina a los ojos, Neil está seguro de que ha encontrado a la mujer que puede amar con dedicación. Pero cuando años más tarde, una serie de circunstancias personales y profesionales resquebrajan su relación, otra mujer aparece en la vida de Neil, con igual o incluso mayor fuerza: Jane. ¿Logrará este hombre mantenerse fiel a su promesa inicial o aprovechará para cambiar su vida hacia el futuro que siempre anheló?

Director: Terrence Malick
Reparto: Javier Bardem, Ben Affleck, Rachel McAdams, Olga Kurylenko, Charles Baker, Romina Mondello, Darryl Cox, Cassidee Vandalia, Paris Always, Casey Williams, Jeff Anderson, Gregg Elliott, Tatiana Chiline.

Trailer 1 (V.O.) Trailer 2 (V.O.) Trailer (español)

Después de la prodigiosa El árbol de la vida, obra magna dentro de una carrera, la de Terrence Malick, escueta pero intensa, el director vuelve a ponerse tras las cámaras para ofrecernos un retrato sobre la pareja, la incomunicación, las incompatibilidades y el amor imposible y lo hace sin dejar de lado ese estilo poético tan particular que caracteriza sus obras. Como acierto esto mismo y una bella fotografía, que llega a poner la carne de gallina gracias a su potente mezcla de imágenes y música. La voz en off de Olga Kurylenko también funciona aunque ni de lejos consigue sacar de nosotros una reflexión tan profunda como las palabras que pronunciaba Jessica Chastain en su anterior filme. Y, entre sus fallos, una historia que se queda a medias, que aunque entendamos lo que nos quiere transmitir no logra llegarnos con la fuerza necesaria y una trama secundaria, la de Rachel McAdams, que no aporta prácticamente nada. Si su anterior película era una creación casi redonda, aquí todo se queda a medio camino, convirtiéndose en una cinta que, lamentablemente, no tardaremos en olvidar.

Ambientada en nuestros días, entre Francia y Estados Unidos, la historia sigue a los personajes interpretados por Olga Kurylenko (fabulosa y de una belleza arrebatadora) mujer llena de grandes altibajos emocionales y Ben Affleck, en un papel en el que el diálogo brilla por su ausencia, aunque hay que reconocer que Malick consigue reflejar igualmente la personalidad del personaje y los motivos que le mueven a actuar, sin recurrir a él.
Ellos son Marina y Neil y a través del ojo del realizador, somos testigos de sus intentos por ser pareja, de convivir y quererse, dentro de una relación que se siente rota casi desde el comienzo, a pesar de esas imágenes de ensueño iniciales, ese viaje romántico en tren por las costas de Francia. De una forma que recuerda mucho a El árbol de la vida, por su carácter lírico, en constante contacto con la naturaleza, y de alguna manera estimulante para los sentidos, la voz en off de los personajes nos murmura al oído un sinfín de sentimientos y reflexiones, con respecto a temas existenciales como ya ocurría en la anterior obra de Malick, con la que sin duda tiene muchas similitudes. Aunque aquí se siente todo mucho menos profundo, no deja huella, sin el poso necesario para lograr el resultado que pretende con su planteamiento. Otra vez nos volvemos a encontrar temas claves: naturaleza y vida, pero también el fin del amor, la decepción, el dolor y el sufrimiento que supone la incomprensión por parte de la otra persona, la incapacidad para dar o encontrar lo que realmente uno busca y necesita. Y religión, esta última encarnada en el personaje que interpreta Javier Bardem que, aunque su historia y dudas sean interesantes, no provocan tampoco ningún tipo de impacto en el espectador. Otra cosa que no ayuda a hacernos partícipes del conjunto es que toma tras toma seamos testigos de las danzas de Olga Kurylenko por todo sitio que se precie, ya se la acera de delante de su casa, cuando sale a hacer la compra o al aire libre por los verdes prados de la américa profunda.
Las imágenes son espectaculares y visualmente es bellísima y si por algo se disfruta la película es por este motivo, ya que la historia se tambalea en muchas ocasiones en ese intento de ser un análisis profundo de las relaciones (de pareja o humanas, tanto da) y todas aquellas cuestiones que suponen un impedimento para que el resultado sea positivo.

El trabajo de fotografía, a cargo de Emmanuel Lubezki, crea unos entornos y atmósferas maravillosas, unas instantáneas que nos llegan mucho más que los propios personajes, que sus sufrimientos emocionales y las relaciones que se establecen entre ellos. Por lo que a veces parece más una sucesión de imágenes bonitas (cielos, campos, una paleta de colores perfecta) que un verdadero intento por meditar sobre la existencia y el amor.
To the wonder pretende dejarnos reflexiones a la salida del cine, pero lo consigue solo en parte. Cuando acaba, te planteas lo que has visto y sientes ganas de analizarlo, pero esta sensación no dura mucho tiempo y al final, te das cuenta de que lo único que deja para el recuerdo es una ingente cantidad de imágenes bellísimas. En definitiva, está tan preocupada por ser profunda que termina por conseguir lo contrario, que nos parezca más insustancial de lo que probablemente es.