CRITICA – ‘Melancolía’: El maravilloso fin del mundo de Lars Von Trier

· Ficha de la película

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Hablar del cineasta danés Lars Von Trier es hablar de unos de los mejores directores europeos y porque no decirlo del mundo. Sus maravillosas puestas en escenas te dejan con la boca abierta y con Melancolía no iba a ser menos. Impresionante prólogo de ocho minutos de duración con música de Wagner, donde la llegada del fin del mundo al estrellarse el planeta Melancolía contra la Tierra queda en un segundo plano ante la belleza de las imágenes a cámara lenta que nos muestra. No sabemos a que se debe en estos primeros minutos, pero es que ya nos hemos quedado pegados a la butaca tras ver en cámara lenta las extraordinarias imágenes de Kirsten Dunst enfundada con su vestido de novia. Una prólogo sensacional que nos indica que el fin del mundo se acerca y no podremos hacer nada para remediarlo.

Y es después de estos gloriosos minutos donde no se pronuncia ni una palabra, cuando Dunst te gana el corazón, donde se come literalmente la pantalla, donde demuestra que no es la niña tonta de Hollywood y vuelve con más fuerza que nunca regalándonos una de las mejores interpretaciones del año. Y le tiene que dar las gracias a Penélope Cruz porque este papel estaba escrito para ella. Von Trier así lo hizo, pero debido a problemas de la actriz española con su apretada agenda, tuvo que dejar atrás este personaje que finalmente recayó en Dunst. ¿Cuantas veces se habrá arrepentido Pe de rechazar esta película? Yo me alegro de que lo hiciera porque lo que transmite Kristen en pantalla, es grandioso. Sus sentimientos, sus locuras, sus corduras. Todo está plasmado en su gesto, en su inquietante mirada.
A partir de aquí, Von Trier nos divide el film en dos partes. La primera se centra en Justine (a la que da vida Kirsten Dunst) y en el banquete de bodas que se celebra en la mansión de su hermana. Ella es el eje central de esta historia. La felicidad que muestra horas después de casarse junto a su reciente marido Michael (Alexander Skarsgård) lo plasman en la forma en que se miran, en que se besan, en como se tocan. Todo es alegría en sus caras, en sus ojos. Pero todo esto que vamos apreciando, poco a poco se convierte en una mentira, en un falso sentimiento para no demostrar lo que realmente siente. Y esto se deja palpable según avanza el banquete y no solo en ella. Toda su familia tiene miedos, agobios, angustias. Todas las alegrías se vuelven tristezas, según Von Trier nos va enseñando el lado más oscuro de todos los personajes. Su madre, su padre, su cuñado al que da vida un gran Kiefer Sutherland. Todos están influenciados por el temor a la vida. Porque en este primer corte, Von Trier apenas menciona el acercamiento del planeta Melancolía a la Tierra, pero vemos como cada personaje intenta escapar de sus temores, de vivir sus últimos días lo mejor posible o creerse que lo van hacer.
Pero es ya en el segunda parte del film cuando Von Trier se centra en el maravilloso planeta azul que se acerca la Tierra. Aquí es el auténtico protagonista junto con la relación entre las dos hermanas, Justine y Clarie, interpretada esta última magistralmente por Charlotte Gainsbourg. Sublime en pantalla como Dunst. Dos aciertos del director que sabe manejar muy bien a todas las actrices con las que trabaja y les arranca todo lo mejor de ellas para enseñárselo a los espectadores.

En este último tramo del film, Justine volverá a la mansión días después de su boda. No es nadie, no tiene fuerzas para seguir viviendo, todo es depresión. El fin del mundo se acerca y a ella le da igual. Sin embargo Clarie sufre el lado más amargo de la pérdida de la vida en la Tierra. Está asustada, angustiada por el inminente impacto de Melancolía sobre sobre nuestro planeta. Trata de protegerse, de hacerse fuerte, pero según va pasando el tiempo se hunde cada vez más en el pozo oscuro del sufrimiento. Y a partir de aquí es cuando Clarie, como si estuviera influenciada por el planeta azul, va recuperando su cordura y su fuerza para afrontar lo que es inminente, el fin del mundo.
Estas son las dos partes que Von Trier ha divido su maravilloso fin del mundo. Apartado de los grandes apocalipsis que nos regala una y otra vez Hollywood, el cineasta danés nos muestra el interior del ser humano ante el fin de la vida, sus temores, sus pasiones, sus angustias, su melancolía a la hora de dejarlo todo. No es una película comercial. Que nadie vaya buscando eso. Es un film apocalíptico desde las entrañas del ser humano. Es una maravillosa película que nos regala unas imágenes impresionantes y donde la fotografía está cuidada al detalle. Von Trier sigue siendo y será uno de los directores más influyentes de los últimos años. Sus películas así lo demuestran. Además nos regala las mejores interpretaciones de Gainsbourg y de Dunst, a la que nos muestra más bella que nunca, desnuda a la luz del planeta Melancolía. Tan bella y enigmática como el apocalipsis que se avecina.

Lo mejor: La forma de contarnos el fin del mundo desde el punto de vista del sentimiento humano. Y la dirección de actores es simplemente magistral.
Lo peor: Se hace un poco larga.