Desde que su mujer murió quemada en un accidente de coche, el doctor Ledgard, eminente cirujano plástico, se interesa por la creación de una nueva piel con la que hubiera podido salvarla. Doce años después consigue cultivarla en su laboratorio, aprovechando los avances de la terapia celular. Para ello no dudará en traspasar una puerta hasta ahora terminantemente vedada: la transgénesis con seres humanos. Pero ése no será el único crimen que cometerá.
Director: Pedro Almodóvar
Reparto: Antonio Banderas, Elena Anaya, Marisa Paredes, Jan Cornet, Roberto Álamo, Blanca Suárez, Eduard Fernández, José Luis Gómez, Bárbara Lennie, Susi Sánchez, Fernando Cayo, José Luis Gómez, Isabel Blanco.
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Terrible destino
La trama es extrañamente sorprendente, basada según el director de manera sólo superficial en la novela ‘Tarántula’ de Thierry Jonquets. Durante los primeros minutos engancha, después pega un bajón considerable y es cuando el universo Almodóvar se hace más palpable, lo grotesco hace acto de presencia, con la aparición del personaje interpretado por Roberto Álamo y en ese momento uno, frente a la pantalla, se pregunta qué está viendo y si algo de todo aquello tiene sentido. Pero es entonces, pasado este tramo, cuando la película vuelve a convencer, cuando las piezas comienzan a encajar. Almodóvar no deja de lado su estilo, sino que lo camufla bajo una capa de minimalismo, donde cada plano está compuesto por una estética inmejorable y se convierte así, en una historia dura, siniestra, con un Antonio Banderas comedido a más no poder, de mirada fría, sin compasión alguna y que encuentra en la venganza la mejor vía para llevar a cabo sus delirios más diabólicos. Y está fabuloso. Su cobaya es una preciosa Elena Anaya, que conmueve con la mirada, y con la que establece una relación entre la amenaza y la atracción. Marisa Paredes está impecable como ama de llaves, y tanto Jan Cornet como Blanca Suárez cumplen con creces, siendo esta última el personaje más desdibujado de la historia.
La banda sonora, obra de Alberto Iglesias, nos hace vibrar en los momentos de mayor tensión y entremezclada con los dos temas principales de la película resulta apasionante.
Almodóvar arriesga, aunque quizá le falte un peldaño para llegar a provocar ese terror basado en la experimentación científica que tan bien se le da a David Cronenberg. Pero sí que nos acerca a una nueva dimensión en su filmografía, y nos lleva al límite, para plantearnos hasta qué punto estamos marcados por lo que llevamos bajo la piel y en qué grado nos reconocemos a través de ella.
Recomiendo ver la película sin apenas saber nada de la misma, porque resulta extraordinario ir descubriendo las bifurcaciones de la trama.
Almodóvar nos brinda con su dirección un producto magnético, enmarcado en unos escenarios inhóspitos dominados por la geometría, la frialdad, la ostentación, los caserones y los bosques. Y lleva la venganza a su máximo extremo. Todo es enfermizamente pasional, rallando la locura, el rojo se mezcla con el gris, la suntuosidad con el minimalismo, lo extravagante con lo corriente, se deja llevar pero se contiene. Es extraña y a veces divertida, hasta caer en ocasiones en lo surreal, moviéndose en algunas partes en la fina frontera que separa lo extraordinario de lo absurdo.
Lo mejor: La dureza que representa la venganza llevada a cabo.
Lo peor: El personaje disfrazado.
Nota: 8
Crítica escrita por: Bea Varela
No se de donde sacas que las actuaciones convencen. Son pésimas… peor aún, el director hizo que fueran pésimas. El guíon tiene errores garrafales. Además se ha plagiado algo de "El secreto de sus ojos", se ha plagiado "Frankenstein".
Los personajes son vacíos, pura cáscara. La trama se adivina con bastante anticipación.
La escena de acción (cuando embisten la moto) es horrible. En fin 2 hrs perdidas.
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