SINOPSIS
Reparto: Dwayne Johnson (Paul Doyle), Mark Wahlberg (Daniel Lugo), Ed Harris (Ed Du Bois), Rebel Wilson (Ramona Eldridge), Anthony Mackie (Adrian Doorbal), Bar Paly (Sorina Luminita), Ken Jeong (Johnny Wu), Rob Corddry (John Mese), Tony Shalhoub (Victor Kershaw), Vivi Pineda (Detective Haworth).
CRÍTICA
Si alguien, cansado de tanta explosión y robots gigantes, quiere reconciliarse con el cine de Michael Bay, tiene aquí una buena oportunidad con este mega desbarre de testosterona, personajes con más músculos que cerebro y una cámara tan loca, como el enfoque que adopta la propia película. Hay que quitarse los prejuicios ante ella (el que los tenga), la que firma estas palabras así lo tuvo que hacer: ¿Michael Bay + culturismo + 130 minutos de duración? Motivos suficientes para huir despavorida. Pero no caigáis en esta equivocación, porque Dolor y dinero es una película divertidísima, para ver una tarde/noche con tu grupo de amigos y desconectar a base de adrenalina de las penas del mundo.
La cinta está basada en una serie de artículos del periodista Peter Collins, un caso real que arranca en el verano de 1994 (conocido como ‘Sun Gym’, nombre del gimnasio donde trabajaba Daniel Lugo), dato que se recalca una y otra vez a lo largo de la película, normal pues de lo contrario es casi imposible creer que esto pasara, decir que es surrealista es quedarse corto (atención a la escena en el hospital con la policía, por ejemplo). Es de suponer que Collins tampoco dio crédito en su día cuando escribió sobre estos tres musculitos de encefalograma plano, que se hicieron ricos con un plan demencial que incluía timar a un pobre desgraciado. Sorprendentemente, Michael Bay también deja un hueco para la crítica en su adaptación a la gran pantalla. Conocido por su patriotismo extremo, con el que ha empapado muchas de sus grandes producciones (Armageddon o Pearl Harbor, entre otras) y que también está presente aquí, parece que esta vez Bay se lo toma con humor y para su primera comedia después de aquel debut que supuso Dos policías rebeldes, se ríe un poco de los clichés del sueño americano a través de la estupidez de sus protagonistas y de paso realiza algo de análisis sobre el asunto reflejando la ambición y el materialismo extremo de unos personajes que solo piensan en ganar dinero rápido para pagarse todos los lujos con los que siempre soñaron. Porque conociendo las tendencias ideológicas de Michael Bay, quizá no debamos hablar de “crítica al sueño americano” en sí, sino más bien a una forma equivocada de alcanzarlo.
Ambientada en Florida, la tierra de los placeres hedonistas por excelencia (y ahí tenemos a otro grupo que así nos lo demostró este año, el de la maravillosa Spring Breakers), el gran acierto de esta cinta, aparte de su divertido guion, es su genial reparto. Encabezado por un estupendo y desatado Mark Wahlberg, un monitor de gimnasio híper musculado, que tiene unas fuertes creencias en… el Fitness y que sueña con mansiones y cochazos mejor si es sin dar palo al agua, seguido por Dwayne Johnson como presidiario que ha renacido al cristianismo (graciosísimo en sus escenas) en su estancia en la cárcel y un Anthony Mackie, con problemas de virilidad, cerrando el trío de descerebrados. Tampoco hay que olvidarse de los secundarios, como Tony Shalhoub encarnando a la víctima del engaño, una divertida y sin pelos en la lengua doctora a la que da vida Rebel Wilson, Ken Jeong como guía espiritual y un impasible detective privado Ed Harris, el único medio normal de esta película plagada de trastornados. A excepción de este último personaje, el resto están construidos para provocar la mofa por parte de la audiencia y sentir regocijo ante sus tonterías varias y falta de neuronas, sobre todo al final, que es una auténtica genialidad. Y así, las situaciones cómicas se van sucediendo una tras otra y lejos de dramatizar con las terribles circunstancias que tuvieron lugar a causa de este grupo de criminales (tortura y asesinato incluidos), Bay opta por la parodia y la lleva hasta el límite todo lo que quiere. Se sirve para ello de unos cuantos elementos como la música o una dirección videoclipera a más no poder: cámara lenta, giros locos y horteradas varias… todo puesto al servicio del divertimento del público. Y también de patrones comunes en su cine: persecuciones, tiros por doquier, mucha acción y mujeres explosivas que no podían faltar.
Entre las múltiples virtudes de la cinta, hay que destacar que no se encuentra su duración, pues termina siendo algo redundante a causa de esto. De todas formas se le perdona, porque el paquete es entretenidísimo y tiene un final de risa absoluta. Hace del delito un cachondeo y la sensación que nos queda cuando termina es la de haber pasado un gran rato viendo a estos desgraciados en acción.