En el futuro. Frank (Frank Langella) es un viejo y solitario cascarrabias que tiene una gran pasión por los libros. De hecho, su única amistad es la que mantiene con una bibliotecaria. Su vida es muy tranquila y rutinaria, pero todo cambia cuando su hijo decide regalarle un robot que se encargará de cuidarle. Por increíble que parezca, el anciano comenzará a hacerse amigo de la máquina y a enseñarle algunas de sus secretas habilidades…
Director: Jake Schreier
Reparto: Frank Langella (Frank), Liv Tyler (Madison), James Marsden (Hunter), Liev Schreiber, Susan Sarandon (Jennifer), Peter Sarsgaard (Robot – voz), Jeremy Strong (Jake), Dario Barosso (Flattop), Bonnie Bentley (Ava), Rachael Ma (Robot), Joshua Ormond (Freckles).
Web Oficial: www.robotandfrank-film.com
Y que nunca mueran los viejos hábitos
Aparte del estupendo guion y cualquier otro aspecto que se pueda destacar aquí, hay algo que supera a todo lo demás: Frank Langella. El actor de 75 años, ofrece una deslumbrante interpretación dando vida a este hombre gruñón y solitario, un ladrón de guante blanco jubilado que no está dispuesto a dejarse vencer por lo que está intentado destruirle: su propia memoria. Tan cascarrabias como entrañable y con una fuerte personalidad con la que intenta siempre imponer su criterio, su personaje encuentra un aliado perfecto en este robot con voz de Peter Sasgaard, al que, como no podía ser de otra manera, es imposible no cogerle cariño. La cinta termina resultando una comedia bastante original, que no abusa de los lugares comunes y con la que es probable que no soltemos muchas carcajadas, sino más bien una sonrisa cómplice. Y utiliza las piezas de una trama por otra parte sencilla, para crear una historia en la que hay que mirar más allá de lo que vemos. Quitarle esa capa de fantástico para observar la realidad de la vida que se refleja aquí. Lo curioso en la película también tiene que ver con el contexto, un futuro reconocible pero diferente, en cuanto a alguna tecnología súper avanzada y sobre todo, en el uso de esos robots como sustitutos de los seres humanos. Es quizás ese el futuro cercano que nos espera, la paradoja de la era de las comunicaciones, cada uno en nuestra particular cabaña en un bosque a las afueras de Nueva York. Cuando ya no haya libros que leer ni bibliotecas a las que ir, cuando los robots sean en sustitución de los seres humanos, nuestros compañeros de batalla y mejores amigos. Acompañando a Langella nos encontramos un reparto bastante solvente.
James Marsden como el hijo que le visita cada semana para comprobar que todo está en orden. Susan Sarandon dando vida a la bibliotecaria, objeto amoroso de Frank. Una recuperada para la gran pantalla Liv Tyler (a pesar de esa voz chillona que llega a irritar tanto), como ese típico personaje que quiere ayudar y no sabe de qué va la película o el mencionado Peter Sarsgaard que le da voz, vida y corazón al robot.
El robot tiene órdenes y mandamientos, y muy clara cuál es su misión para con Frank, pero también guarda alguna que otra sorpresa (¿quién dijo moral?). Y lo que empieza siendo un trabajo destinado a cuidar que el humano coma de forma saludable o que la casa se mantenga limpia y en orden, va avanzando hacia una complicidad y amistad que supone un soplo de aire fresco para un hombre que se encuentra ante un abismo y que vuelve a recuperar la ilusión como si hubiera despertado de un largo estado de letargo. La cinta también es un canto a ser uno mismo, a luchar por no perder la esencia de lo que un día fuimos, aunque pasados los años ya solo sea un recuerdo borroso. Mención especial merece la importancia que un ejemplar de Don Quijote de la Mancha adquiere en la trama, obra con la que la historia de Frank guarda muchos símiles.
Un amigo para Frank encuentra sus alicientes en una historia tan simpática y agradable como triste y llena de sentimiento. Imposible no encariñarse con Frank y su robot, no participar de sus rebeldías particulares y emocionarse llegando a ese final tan revelador. Una película llena de humor, sensibilidad y frescura, que apuesta por retratar con cariño la dureza que supone la vejez, sin caer en sentimentalismos innecesarios.
Lo mejor: Frank Langella.
Lo peor: Falta de ritmo en las escenas del golpe.
Nota: 7
Crítica escrita por: Bea Varela